Confuccio vivía en una casa en la cima de la montaña D3N2, un apacible lugar. Cada día bajaba a la ladera norte a ver crecer el musgo y aprovechaba para pasarse al Frutos Secos el Rincón que había por ahí cerca a comprar regaliz.
Vestía con una túnica de lana y unos zapatos de duende y su pelo estaba tremendamente enmarañado. Era blancuzco y desgarbado y tenía ojos de alien. Normalmente tenía tres dedos.
El caso es que un día que él llamaba krgi (y que corresponde a nuestro jueves) llegó a comprar su regaliz a las cuatro de la tarde y se encontró con que su Frutos Secos el Rincón de siempre estaba cerrado. Confuccio, que ya de por sí no solía sonreír, hizo una mueca desagradable y empezó a correr cual cocodrilo ardiendo hacia la ciudad, que se encontraba a unos 70 grogs de la montaña.
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