TERMINOLOGÍA : Hay que especificar, por supuesto, que un grog es la distancia que logra recorrer un laemita, de la generación del 556, con uno de sus cinco pies complejos amputado, cargando en brazos con una mochila propulsora sin combustible durante un cuarto de hekg, término que, por desgracia, no va ser explicado en este momento. Bueno, a lo que íbamos, esto equivaldría a unos 40 km, uno arriba uno abajo, yo creo que es arriba, así que 41.
Empeñado como estaba en su afán de conseguir su preciado regaliz diario, Confuccio, intentó no molestarse a causa de los repugnantes mosquitos verdosos que se le iban adhiriendo a la piel, una especie no venenosa, pero no por ello menos plasta que sus mortíferos congéneres. Ésto le otorgaba un aspecto un tanto reptiliano, a lo que cabía sumar el fuerte Kreb rojo ( Uno de los siete Krabes (cuerpo celeste de luz propia), que aquel día paseaba por su órbita enfurruñado, ya que, su superior, Krab El Azul, le había ordenado retirarse al Espacio Interestelar de Reposo cuando estaba contemplando a una bella muchacha, de la tribu norte de Karshgal) que otorgaba a su fiel túnica de lana blanca, que le seguía de cerca, ondeante, el aspecto de un temible fuego. Por ello, no es de extrañar que los habitantes de la montaña, así como los animales que la poblaban, le confundieran con un cocodrilo ardiendo, ya mencionado anteriormente, que iba directo a la ciudad. Además, el problema de tener ojos de alíen, era que carecían de párpados, por lo que la única manera de detener la caída de los mosquitos sobre sus dilatadas pupilas era ponerlos en blanco. Y, claro, un cocodrilo ardiendo, enloquecido, descendiendo colina abajo, no era lo que cabía esperar en un pacífico y soleado krgi (jueves) en una aburrida montaña cuya única diversión, Frutos Secos El Rincón, ya había cerrado sus puertas al público. Así que animales y habitantes (diferenciados por el número de patas complejas) se pusieron de acuerdo en una cosa, primero había que apagar al cocodrilo, y después ya verían.
Mientras tanto, Confuccio, seguía con su descenso, ajeno a todo aquello, pensando, únicamente, en que para llegar antes de que cerraran el Frutos Secos el Rincón de la ciudad, debía traspasar la diferente zona horaria antes que el mismo tiempo, cosa que no se veía frecuentemente.
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He aquí la segunda parte del primer capítulo de la fantabulosa saga que acabará con el aburrimiento en el mundo.
Vuestra más idolatrada que Hero, Arlette, os saluda. Que los Krabes os acompañen.
Ja,ja! Me parto!! Síguelo, por favor!
ResponderEliminarUn besazo!!
Moni